El atolladero de la práctica docente
Definición Atolladero
Atranco, dificultad, embrollo, enredo, laberinto
Atolladero:
apretón, aprieto, apuro, atascadero, atranco, atranque, barrizal, berenjenal, brete, charco enlodado, compromiso, conflicto, confusión, conserva, desorden, embolismo, embrollo, enredo, estrecho, lío, maraña, mareo, pantano, taco, barrial (latinoamericano)
Otras acepciones cercanas al sentido de este escrito
Lugar donde quedan atascadas personas y vehículos.
Situación difícil en la que una persona no sabe qué hacer o qué decir
Ej.: Me puso en un atolladero al hacerme esa pregunta.
Atolladero: Llegar a un punto muerto.
Cuando comencé a escribir pensaba en esta última afirmación relacionada al término atolladero “llegar a un punto muerto” inmediatamente surgió en mí esta pregunta
¿Quién va a transitar un camino si el fin del mismo te lleva a un punto muerto?
Tan rápido como me lo pregunté surgió entre los pensamientos una respuesta inapelable. TODOS.
Vivimos sabiendo que al final del camino llegamos a un punto muerto.
Vivimos el atolladero de la finitud Humana y aunque la vida sea un atolladero a pocos se le ocurre no vivirla por ello. (Sólo a los suicidas)
Cada año al iniciar de las clases, nos encontramos con el deseo de que nuestros alumnos aprueben el ciclo, manteniendo la ética de dar la materia de forma conveniente, acorde a lo requerido en ese espacio curricular.
Cada año muchos docentes saben que sus alumnos no alcanzaran el objetivo, el docente, se las verá con el error, con la relación de él mismo con el error, se las verá con el fracaso escolar y será simbólicamente el que emita la sentencia vía libreta de calificaciones.
Pero al docente también le toca una tarea por de más de ingrata, será él quien deba soportar subjetivamente a los alumnos que, en apariencia ocupan lugares sin participación alguna.
Los que trabajamos en escuelas marginales sabemos que para muchos la escuela es el espacio ético más apropiado para su subjetividad.
Nadie pretende ser testigo de la ausencia y la pasividad de un alumno, pero aquí empieza a aparecer el atolladero de la práctica del docente.
Hay que darles el lugar a los que no participan, o a los que sólo participan con sus silencios, porque para muchos, ese espacio es lo mejor que tienen.
Este hecho requiere que el docente soporte la angustia del fracaso en forma cotidiana, esta angustia es parte de lo que debe manejar y realmente no se requiere ningún tipo de lucidez para pensar los síntomas que se provocan a raíz de esta frustración. Sólo hay que observar críticamente, y no a priori las licencias medicas de los maestros y docentes.
Digo, sabemos que hay que re significar esta idea del fracaso y buscar las estrategias pertinentes de motivación al alumno, pero sería ser demasiado sofista quedarnos en esa simplificación de este fragmento del escrito.
La práctica docente es compleja su abordaje es complejo y no todo es motivación.
Los docentes cada año se enfrentan con el atolladero, les darán la clase a muchos pero no todos sus alumnos podrán con el saber.
En las aulas hay muchos chicos, pero cada año que pasa hay menos alumnos.
Los docentes a pesar del atolladero volverán a clase siguiendo el norte de su deseo, el deseo de enseñar.
Atolladero: Lugar sin salida que debe ser transitado
Gustavo Filippi (Docente – Psicólogo clínico)